La ciudad capituló ante el rey D. Fernando el 27 de abril de 1487,  entrando el día 3 de mayo por la puerta de Granada y pasando a consagrar  las mezquitas existentes. Los habitantes musulmanes fueron expulsados,  en virtud de una capitulación generosa que les permitió marchar con  bienes muebles, y fueron sustituidos por cristianos viejos procedentes  de la Baja Andalucía, Extremadura, Murcia y Castilla.
La mayor  parte de la población musulmana se quedó como mudéjares en las alquerías  de la jurisdicción de Vélez, debido al interés que tuvo la corona en  mantener el sistema productivo de la época nazarí, una agricultura  especializada y destinada para la exportación, que era de un gran  interés para las arcas del estado. Pero esta población musulmana sufrirá  las consecuencias de la rapiña y el hambre de tierras de algunos  personajes veleños, que tendrá sus primeras consecuencias en los pleitos  que surgirán por este motivo a finales del siglo XV.
Tras la  expulsión de los musulmanes, la repoblación de la ciudad tuvo un marcado  carácter militar, pues la zona aún seguía siendo frontera con el reino  nazarí y aún no había caído Granada, por lo que en buena parte fue  ocupada por escuderos de los guardas reales participantes en su  conquista. Este personal militar disfrutó en los repartos de tierra de  una hacienda tres veces mayor de la de los peones, pero sólo suponían  una tercera parte de los 600 vecinos con los que se tenían previsto  repoblar la ciudad recién conquistada. Las diligencias de repartimiento  se realizaron a partir de septiembre de 1488 reservando las partes  correspondientes a la Iglesia y a los bienes comunados del Concejo.  Posteriormente, en 1495, se encargó al Bachiller Serrano la formación de  una reforma que acabará con los problemas abiertos en su ejecución  basados esencialmente en la escasez de tierras cultivables para el  cereal y de pastos para el ganado, cuestiones parcialmente solventadas  con la incorporación del territorio de Zalia.
En los privilegios  obtenidos por la ciudad tras la conquista se destaca especialmente el de  su jurisdicción, que situaba su gobierno en un término más amplio al  disfrutado en época musulmana, pues se añadieron a su alfoz las tahas de  Bentomiz y Frigiliana primero y Zalia en 1488. En el ámbito fiscal  estaba exenta de alcabalas por privilegio de los Reyes Católicos, aunque  esta exención era utilizada por el Cabildo con un sentido bastante más  amplio del que efectivamente revela la carta de merced en la que sólo se  liberaban los productos básicos de consumo: alimentación, vestido y  vivienda, aunque con excepciones como la seda, el jabón y el lino.
Como  consecuencia del levantamiento de los mudéjares de Nerja y Torrox en  1488, que ocasionó grandes bajas en los destacamentos cristianos, se  nombró como alcaide de la ciudad de Vélez a D. Francisco Enríquez,  Adelantado Mayor de Andalucía y tío del rey. Su instalación en ella  produjo que sus deudos y clientes obtuvieran los primeros puestos en el  Concejo municipal por nombramiento directo de la Corona, junto a  guardias y criados reales, además de considerables mejoras en las  suertes puestas de manifiesto en la investigación del Bachiller Serrano.
Con  la implantación de una nueva formación social, se intenta imponer un  modelo de ciudad diametralmente opuesto al anterior, lo que trae consigo  una reorganización espacial y demográfica. Así pues, el  reciente poder  establecido, con sus propias necesidades y con un concepto de ciudad  distinto al musulmán, trae consigo la renovación arquitectónica que se  plantea, fundamentalmente, desde la ordenación de plazas públicas,  edificios civiles y religiosos. En este sentido, destaca la importante  presencia de la Iglesia y órdenes religiosas, que con la creación de  nuevos edificios propiciaron destacadas remodelaciones espaciales, que  producen cambios y transformaciones importantes.
Pero la  accidentada orografía del núcleo urbano se convierte en un condicionante  que determina el desarrollo de la nueva ciudad que se quiere proyectar,  así como los costes que supondría la reedificación, que se impone sobre  cualquier intento de racionalización (idealismo y utopismo  renacentista) y de regularización. Ante ello, la incidencia o  profundidad de la reforma urbana se centrará únicamente en edificios  singulares (iglesias, conventos, casas consistoriales, casas nobles,  etc.) y escasos espacios públicos, que se centrarán especialmente en la  Plaza Nueva y el arrabal de San Francisco, mientras que la Medina,  actual barrio de La Villa, y San Sebastián  conocerán puntuales  reformas. En los primeros momentos, las iglesias de Santa María, San  Juan y el Convento de San Francisco, concentran los principales cambios  arquitectónicos, en este sentido en la conversión de antiguas mezquitas  en iglesias. Como también ocurrirán con las ermitas de San Sebastián, de  San Cristóbal y la de Santa Catalina, y las iglesias de San Roque y de  San Juan Evangelista. Junto a ello, y participando de presupuestos  laicos y seglares, se desarrolla en 1508 el hospital de los lazarinos,  en la actual plaza del Trabajo, y el hospital de San Marcos. En la  segunda mitad del siglo XVI se erigen los nuevos monasterios de Ntra.  Sra. de Gracia y el de San José de la Soledad, lo que convierte a esta  centuria como la de mayor desarrollo urbano de la ciudad de  Vélez Málaga, propiciada de forma especial por la creación de los  edificios religiosos.
En torno a la actual plaza de la  Constitución, las autoridades municipales irán procediendo a la  reorganización del principal espacio cívico, conformándolo a las  necesidades de la nueva formación social, generando un espacio público  de capital importancia, la Plaza Mayor de la ciudad. Surge en los  primeros años, tras la conquista, y se le denominará en el año 1490 como  Plaza Nueva, convirtiéndose en el centro neurálgico de la nueva ciudad,  donde se reúnen los organismos de la nueva administración política y lo  más emblemático del omnipresente poder eclesiástico. La plaza será más  monumental en la segunda mitad del siglo XVI, con nuevas edificaciones y  reformas arquitectónicas que se desarrollan, como las importantes  ampliaciones de la iglesia de San Juan y, muy especialmente, la creación  de la nueva Casa Cabildo y Consistorio, un gran edificio de planta baja  y dos plantas, de estilo renacentista, que se derribó en 1938. 
Los  cristianos mantuvieron el sistema de organización agrícola creado por  los musulmanes, caracterizado por el modelo de una agricultura  especializada en los frutos secos, la seda, etc.,  desarrollaron de  forma especial la viticultura, donde alcanzan una gran importancia los  caldos olorosos que se llegan a exportar a todo el norte europeo.